En la sala Caballerizas del Ayto. De Murcia, junto al río Segura, hace unas fechas me acerqué con mi colega Eduardo Velayos a disfrutar de la expo que realizaban dos amigos, Jean Carlos y José Miguel Marín Guevara.
Fue una impresión ver toda esa serie de obras tanto de escultura como de pintura, al principio confuso, pero al final comprendiendo el excelente trabajo conjunto gracias al comisariado de Ricardo Recuero.
Caballerizas es una de los espacios con personalidad de la capital murciana. Los volúmenes de la sala describen un entorno arquitectónico muy matemático, muy del gusto del XVIII, seis cuadrados con arcos y columnas todo en piedra vista, con lo que parece que te transportas al pasado.
El trabajo se ceñía al estilo propio de cada uno de ellos: las esculturas en resinas, escayolas, distintos colores y formas antropomorfas típicos de la obra de José Miguel: y por otro lado, los retratos de piel suave y sonrosada que Jean Carlos ejecuta con exquisitez.
Ya dentro, comentando con Eduardo, nos dimos cuenta de que la relación entre ambos artistas va mucho más allá ya que ambos comparten profesión, son psicólogos. Este hecho, me hizo pensar que había mucho más de lo que estaba viendo.
La serie de Marín Guevara estaba compuesta de once esculturas que respondían a la misma estructura: un balaustre coronado por un busto multicolor. La sensación era muy agradable, hasta divertida, incluso la iluminación desde el suelo le proporcionaba una sensación de movimiento, y dentro de lo enigmática que es la obra de José Miguel, me transmitía cierta alegría.
Las obras de Jean Carlos estaban formadas por cuatro retratos de plano medio corto en formato cuadrado, dos de hombre y dos de mujer, mas un quinto y espectacular retrato a cuerpo entero de más de dos metros de alto y uno de ancho, donde una persona con tendencia andrógina sujetaba una faz humana mirándola (que me recordó al ‘ser o no ser’ de Hamlet), y vestido de manera ecléptica con un traje largo rematado en flores diversas, corpiño y varias joyas, emergía desde el suelo como brotando entre todas las flores que yacían a sus pies.
Los cinco personajes estaban aureolados, y todos representaban una simbología particular merecedora de un análisis posterior… me encanta saber más a cerca de los mensajes que los artistas metemos a través de los objetos que aparecen en los cuadros. Hay que recordar que en una obra de verdad, cada elemento tiene su porqué.
En esta exposición es fundamental leer despacio el texto que la acompaña de Recuero, donde queda definido perfectamente el significado. Echinopsis oxigona, es el nombre de un cactus que todos conocemos seguro, una bola verde de tamaño humilde recubierta de hiladas de espinas y que paradójicamente el regalo de su floración es una maravillosa y delicada flor con forma de trompeta coronada bellísima.
Y conociendo a mis amigos y su condición de psicólogos, está claro que esta maravillosa exposición nos está hablando de todo lo bello que se esconde bajo la piel ruda y espinosa de la que nos recubrimos para protegernos de la vida, de las agresiones de otros cactus, que como uno, desearían poder florecer y están esperando que se produzca el momento adecuado para hacerlo.
Lamentablemente, la mayoría no somos capaces de abrir nuestra coraza y mostrar al mundo lo maravillosos que somos ya que tememos que nos hagan daño.
Jean Carlos y José Miguel, crean un escenario donde un campo de esculturas multicolor florecen y se muestran disfrutando su nueva libertad ante unos observadores complacidos por poder mostrarse tal y como son.
Esta exposición es un regalo.